Es de noche, minutos antes de las siete, hoy se presenta la obra teatral “Macbeth” de William Shakespeare, la sala María Nieves esta casi vacía, nos da la oportunidad de escoger una buena ubicación, es contagiosa la preocupación de los organizadores que entran y salen del recinto, la difusión se dio en afiches pero nunca se sabe como va responder el público con este tipo de eventos.
La tranquilidad llega de la mano de grupos de personas que entran al recinto destinado a difundir cultura, las edades son variadas, niños, jóvenes y adultos. Es fácil encontrar gente conocida, podría suponer que hay una comunidad que busca estos espacios para poder respirar de las cosas comunes de la rutina y sumergirse en el arte y encanto del teatro.
Los sonidos provenientes detrás del telón indican que el elenco de teatro se va preparando anímicamente, la terapia de grupo finaliza con un grito, a su vez el director de la obra el señor Luis Álvares Oquendo da sus palabras de bienvenida con una breve presentación ante la expectativa de que se abra el telón.
Las luces se apagan, se escuchan rumores que van en aumento, un pequeño impase retrasa mas la obra, el telón se queda estancado, las acciones para solucionar el problema no se hacen esperar y el propio director se encarga de abrirlo, la función debe continuar y poco a poco las luces se concentran en el escenario.
Haciendo malabares con una silla entra un personaje sombrío, coloca el asiento en mitad del escenario y una mujer embarazada vestida de negro toma posesión del trono frotando su voluptuoso vientre, símbolo del nacimiento de la vida y de todos los sucesos que la acompañan, la mujer se retira y el siniestro malabarista retira la carga dejada.
Nuevamente las luces se apagan, lo poco que se logra distinguir en la oscuridad son tres hombres envueltos en una plástica, intentan liberarse desesperadamente, caen al piso y la luz se prende mostrando a los personajes absolutamente desnudos arrastrándose hacia los costados, la situación genera diferentes respuestas del público, pero es parte de la expresión.
El paso del tiempo es representado por diferentes escenas que muestran la historia de la muerte presente en la vida, la historia de la violencia toma como símbolo un arma guardada en un cofre, los matices le dan poco a poco forma al contexto donde se desenvolverán los actores principales, “el mal es bien, el bien es mal”, la confusión el caos.
Hace su aparición Macbeth imponente encima de dos personas que sumisamente lo llevan al centro del escenario, sus ínfulas de poder son evidentes, unas brujas muy sensualmente vestidas danzan y le hacen la revelación de la corona y se desatan los conflictos internos y las influencias externas para maquinar como tomar por la fuerza el poder.
Lady Macbeth manipula y empuja a su esposo a realizar el crimen, la obra no pierde detalle en representar las pasiones y temores de un atormentado Macbeth, el público ríe de ver como el protagonista es sometido por los golpes de su mujer, las decisión ya está tomada, el crimen es el siguiente paso, el juego de luces es utilizado con ingenio sacando provecho de las sombras que muestran el asesinato del rey, la música que acompaña la mayoría de escenas es apropiada par cada acción.
Los actores se esfuerzan en meterse en complicados papeles, todo en esta puesta de escena tiene un porque, no es el burdo sketch que improvisa una situación común, buscando arrancar carcajadas, forzando situaciones, emitiendo frases vulgares y de fácil entendimiento, esta obra es abstracta, llena de simbolismo, la caracterización de cada personaje es minuciosamente trabajada, es entrar en la esencia de las bajas pasiones del ser humano en busca del poder.
Si pudiéramos observar en colores los estados de ánimo de la gente sabríamos como van a reaccionar ante diferentes situaciones y quizás de las cosas que traman, esos planes que nacen de un deseo, ambición o venganza, las bajas pasiones que dominan las acciones de ese ser humano propenso a cometer errores.
Relatar cada escena es cada vez mas complejo la hora y media que dura la obra teatral culmina, todos los actores del TEUNSA salen para empaparse de ese alimento vital de aplausos, se suma al escenario el orgulloso director que en todo momento vigiló el desenvolvimiento general de todo el auditorio, da algunos comentarios para sustentar la adaptación a nuestros tiempos ubicándose en las calles de Manhattan.
El público desaloja haciendo sus comentarios, es visible que no todos entendieron muchas cosas, pero eso también tiene algo de positivo ya que el libro es fácil de encontrar para introducirse más en un mundo que vivimos y que no cambió los conflictos ni ambiciones del hombre en todos los tiempos.
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Travesía en combi
Una de las cosas mas difíciles cuando inicia el día es salir de la cama, ese lugar calientito que nos da tantos placeres, como significa reponer las fuerzas del día anterior, una vez superado el límite de “un ratito mas” y presionados por el tiempo es que nos despegamos de las sábanas para asearnos, con las justas tomar desayuno y luego salir volando.
Nos dirigimos a esos puertos conocidos como paraderos, para hacer uso del transporte que nos llevará a nuestro destino, es la “hora punta” y todos los que no gozamos de tener un vehículo propio ni los medios para acceder a un servicio de taxi tenemos que tomar las populares combis, aquí es donde pasamos tiempo valioso liando con cada situación.
Sería demasiado pedir a estas horas un asiento libre, con que encontremos un espacio para viajar será más que suficiente, la gente que termina en la puerta colgada busca donde agarrarse para no caer, los que viajan dentro no la pasan mejor, la apretadera es tal que incomoda escuchar al cobrador decir “avance al fondo, acomódese”.
El cuadro que se observa es variado, esta desde el estudiante que a última hora lee sus copias, la chica que se maquilla en pleno movimiento del carro, la señora que subió con sus bolsas y discute con el señor de terno que se queja que le esta manchando el pantalón, hay un colegial que el único movimiento que tiene es el de sus ojos mirando a uno y otro lugar, una jovencita esta aislada mentalmente por unos audífonos, canta sin importarle la gente y una señora la mira moviendo la cabeza desaprobando su comportamiento.
Cada parada de la combi parece preocupar a la mayoría por el tiempo que se pierde, el cobrador insiste en meter más gente pero la tarjeta tiene que ser marcada y el carro acelera provocando la queja de los pasajeros, los que viajan adelante no dicen ni pio, cogieron buena ubicación y gozan del privilegio de aire fresco y facilidad para bajar y subir sin tener que hacer muchos movimientos, empujones y apretujones.
“Los que van a bajar avisen con tiempo”, “pague con sencillo”, frases ya conocidas del cobrador que son pronunciadas como letanía, día a día, en cada vuelta, contrarresta un chofer casi todo el tiempo cayado, concentrado en el timón, de rato en rato da ordenes y retoma su mirada al frente, ya casi llegamos a nuestro destino, el pasamanos esta casi al ras de los hombros por lo que hay que avanzar encorvados hacia la puerta, una vez pagado el servicio se inicia la carrera pedestre que nos llevará a la meta.
La mañana transcurre con sus altibajos usuales pero el retorno es eminente, el enfrentamiento con nuestro medio de transporte se hace menos pesado por unos detalles de holgura pero insoportable por el condimento que pone la temperatura dentro del vehículo, buscamos un lugar al lado de la ventana, una comodidad que puede tener sus riesgos si se esta hablando por el celular y hay un delincuente al asecho, la previsión se toma y el viaje prosigue sin mucho que lamentar fuera de lo habitual.
La móvil se llena con un poco de dificultad esta vez, la gente espera encontrar un asiento o espera un transporte mas especioso como una custer, un esticker pegado dentro del vehículo llama mi atención: “De usted depende mi educación”. La combi concentra diferentes tipos de personas y los valores y buenos modales se ponen de manifiesto desde el joven que cede el asiento a una persona mayor, hasta del que da gracias por algún servicio, del saludo ni que se hable, dentro de una combi solo se saludan los que se conocen entre si.
Siendo un espacio reducido en el que viajamos es normal que los olores se perciban con mayor facilidad, la traspiración o la comida son los mas habituales pero si de hacer la cosa mas insoportable están los aromas de los pies, ya con lo acostumbrados que podemos estar a esta realidad es que solo un aroma fuerte podría motivar nuestro gesto de desagrado.
Es la hora del cabeceo, producto del cansancio y del calor es que las caras de sueño como velas que se derriten comienzan una danza marcada por el pestañeo lento, uno mide el trayecto y hace el calculo tratando de estar mas despierto mientras se va llegando al hogar, el suplicio del viaje termina y bajar es un alivio que se compensara con un suculento almuerzo.
Se viene el turno de la tarde, aun repuestos por la comida persiste la danza de las cabezas, parecía que hoy no tomaría mucho protagonismo el chofer del vehículo pero entra en una carrera por ganar pasajeros, por un momento dejamos de ser personas para convertirnos en carga publica, la irracionalidad del conductor pudo ocasionar un accidente, pero la velocidad que le puso es celebrada por el cobrador que lo mira con admiración esbozando una sonrisa.
El sol ataca por la parte lateral, mientras en un alto no es para menos mirar con cierta envidia a quienes viajan en movilidad propia, escuchando la música que les agrada y con el aire acondicionado prendido, continua el viaje y el cálculo puede ser sorprendente de cuanto tiempo pasamos en trayecto, dos horas como mínimo diario, a la semana sin contar con domingo son diez horas, tremendo martirio al cual nos habituamos.
Nuestra travesía en combi continuara, hoy nos libramos de un cobrador malcriado, de los borrachitos y vendedores con discursos celebres, de que nos detengan policías en busca de algún arreglo. ¿Es el medio de transporte que merecemos o que aceptamos?, ¿quién tiene la palabra?, ¿la respuesta de quién vendrá?
La comadreja entra en meditación.
------------------------------------------------ LA HORA DE LA RESACA
Entre despierto y durmiendo me llegaron los arrepentimientos ya conocidos después de una noche de copas. ¿Qué rayos pensaba ayer que no pude ponerme un límite?
Todo partió de una llamada para salir el fin de semana, el punto de concentración era el mismo de la vez pasada, la cita a las ocho de la noche y los amigos de siempre se reunieron para divertirse y sacarse la preocupación del trabajo, las amigas vestían ropa nueva y ceñida al cuerpo, los chicos lo mismo de siempre.
Luego de ingresar al local y posesionarse de la mesa acostumbrada, es que llegaron las jarras de cerveza y se abrió el tema de conversación de cómo transcurrió la semana y rescatando las anécdotas de la salida pasada, las risas inundaron la mesa, por ahí un chiste nuevo y los últimos chismes concentraron la atención, ya con las primeras rondas se impuso el baile.
Cumbia y reggaetón predominan con los temas del momento, la gente pide rock y la salsa suena sentando a los que no dominan los pasos de este género musical, alguno que otro se anima a salir del monótono paso de cumbia y entrar en ritmos mas sabrosos, las vueltas ayudan a marear a los bailarines que en postas van saliendo a bailar y retornando a sus asientos.
Continua la conversación, algún loco impone hablar de política y el ambiente se pone feo, en el cambio de tema alguien saca comentarios de futbol y termina por desunir a la mancha, alguien la hace de moderador y propone a jugar verdad o reto, el juego no cumple su objetivo ya que los primeros no quieren cumplir con los castigos, los ánimos se caldean.
Los ritmos de la selva retumban en la disco y es momento de regresar al zangoloteo ya con tragos encima es que la chispa y la picardía de los pasos invitan al cortejo y por ahí que alguien le liga, cuando se quiso que suene un ritmo mas sensual es que la saya exigió la resistencia de los danzarines que fueron tirando la toalla y regresando a sus sitios.
La bebida va subiendo a la cabeza y los que se animan a bailar lo hace de forma descoordinada generando comentarios y risas de los que aun pueden percibir esos detalles, el resto se encuentra en la misma situación solo las miradas acompañadas con una sonrisa jocosa invaden los rostros después de que alguien dice o hace algo gracioso, la expectativita crece en espera de que pase algo, mientras el que espera tomar obliga al de lado con la frase conocida “que vieja lo tiene el vaso”.
Poco a poco las mesas van quedando vacías, llega un momento en que la conversación deja de ser interesante, la embriaguez se apodera de la mayoría y surgen las frases de cariño, queja y añoranza de tiempos vividos, se descentraliza la atención y cada quien hace charla con el mas próximo siempre quedando uno que solo observa y gesticula mientras le vence el sueño.
La reunión esta llegando a su fin, los más duros de tumbar planean ir a la casa de alguien que se devota y los que están más agotados van tomando sus cosas para la retirada, nunca falta el que quiere retener por la fuerza al amigo ofreciendo solo unos tragos mas, se esfuma de un momento al otro el que fue al baño y a su vez el que ofreció acompañar a las amigas a tomar el taxi, cuatro gallos se levantan de sus asientos dando punto final a la salida del fin de semana.
La historia se repetirá el próximo sábado, tendrá alguno que otro matiz pero el resultado será el mismo, la dosis de alcohol suministrada es la suficiente para manifestar los estragos de la resaca: vómitos, mareos, malestar general, sed y otros síntomas que suman los arrepentimientos por los excesos, sumado a esto el gasto no planificado y los riesgos que siempre se corren, y la promesa de no volver a tomar es pasajera.
Si el trabajo es una rutina que aburre, la solución es una rutina peor y con más cosas desfavorables, la gente no sabe como divertirse y se cae en una costumbre de fin de semana, donde no se consigue nada mas que un maltrato voluntario al cuerpo, del cual no podemos escapar con facilidad, es la hora de la resaca, momento de pensar como liberarnos y encontrar otras formas de pasarla mejor con los amigos…sugerencias por favor.
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