NAVIDAD DE LOS COMERCIANTES
Cada vez va en aumento el fenómeno de las vísperas de navidad, la tarde del 24 es el clímax de los comerciantes, las horas punta en que todo se puede vender, desde cohetes hasta televisores pantalla plana, la población se vuelca a las calles buscando el regalo ideal, la compra perfecta, el precio justo, acomodándose a su economía es que entra en el mar de gente y mercadería.
El aroma del incienso se mezcla con el de los anticuchos y caparinas, para el comerciante que salió a invadir las calles de San Juan de Dios y alrededores del Cercado de Arequipa, hasta vender chicharrón y sándwich de pollo fue una buena idea, aun a las 7 de la noche se observaba a una muchacha afanada en vender sus segundos de locro de papa, el objetivo era solo uno…VENDER.
Los clásicos villancicos suenan a ritmo de cumbia siendo más positivo que escuchar el tema de José Feliciano: “ven a mi casa esta navidad”, la música es interrumpida por el estridente grito de los llamadores que ofrecen sus productos con sus arengas y estrategias para atraer la atención, todo es válido por asegurar una compra, la reacción es hasta un tanto agresiva cuando uno duda mucho de adquirir el producto, con tanta gente queriendo comprar la paciencia del vendedor es poca.
Los vendedores de los centros comerciales miran con envidia toda la gente en las calles, los precios tienen un margen de diferencia y la competencia es dispareja, aun así hay clientes que aseguraran también las ganancias del día, no la esperada para las fechas pero si el ingreso para poder tener bonanza.
Se ven muchas familias que están buscando el artículo que necesitan o que desean, algunos disconformes con la compra deseando un obsequio más caro o más bonito, para cuando se oculto el sol la desesperación aumenta lo mismo que las personas, el transito se dificulta y esta situaciones aprovechada por ladrones de mano fina que en medio de la apretadera hacen de las suyas lo mismo que algunos depravados que no se limitan en buscar roce.
Los panetones de prestigiosas marcas son ofrecidos al precio de las tiendas, no se observa en las calles el antes conocido Champagne Príncipe Azul, en su lugar nuevas marcas y el temor de que estén bambeados, las degustadoras dan gala de sus trajes ceñidos y dan a degustar para evitar desconfianzas. De todas formas después de las compras en la calle no hay forma de hacer reclamo alguno, aun así sin esa garantía la gente compra jugándose la suerte.
Una de las estampas que no escapan es ver a mendigos no solo los que acostumbran estar apostados en las calles, nuevos rostros y el mismo pedido de caridad, uno muchas veces no sabrá en quien deposito las monedas que le sobraron, la realidad es que muchas personas aprovechan las fechas para obtener la buena voluntad de las personas.
La ciudad no se detiene y el dinero fue el que ocupo el centro de atención, materializado en regalos y demás compras, el pretextos fue la Navidad y ese concepto errado que tiene ahora y que seguirá reforzándose para los posteriores años, el caos y la pérdida de valores como une enfermedad que corroe día a día nuestra sociedad.
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